sábado, 7 de mayo de 2011

Habitantes del coloso Huayna Potosi

Estoy a tan sólo 50 metros de alcanzar la gloria, la cumbre del Huayna Potosí. Han pasado siete horas de un inverosímil y tortuoso ascenso por parajes de nieve no aptos para el tránsito del ser humano, hasta alcanzar los más de 6.000 metros de altura sobre el nivel del mar (msnm) donde me encuentro, literalmente, de rodillas. Frente a mí se muestra la etapa final, la intimidante cresta que me separa de la cima: un empinado ‘sendero’ de apenas 30 centímetros de ancho, asediado por el vacío. “No te preocupes; si caes por un lado, yo me lanzo hacia el otro y ambos quedaremos cual péndulo colgando de la cuerda”, explica Marcelo Gómez Sainz. Su ilustración no me convence. Pero el guía se muestra inconmovible, parado sobre esa ‘calzada de la muerte’. Está sujetando la cuerda que me ha unido a él, cual cordón umbilical, durante toda la travesía.

“¡Vamos!”, exige. Pero mis enclenques piernas no responden, mi cabeza quiere estallar por la falta de oxígeno, al igual que mi corazón que busca salir expulsado como una flecha de mi pecho. En definitiva, mi cuerpo y mi mente se han rendido. “¡Ni un paso más! Volvamos al campamento”, suplico, mientras me pregunto cómo me metí en este embrollo.

El Huayna Potosí (cerro joven) se encuentra a 6.088 msnm y a 25 kilómetros de la urbe paceña. Debido a su proximidad con la ciudad, es una de las más visitadas de la Cordillera Real por los montañistas aficionados del extranjero, que llegan hasta el nevado que es considerado como el más accesible de los picos del país. Paradójicamente, son pocos los visitantes nacionales que se aventuran al lugar. Es por ello que la empresa Adventure Climbing and Trekking (www.adventureco-bo.com) se ha impuesto la tarea de impulsar el montañismo en este sector. Y para ello no es necesario que la persona cuente con experiencia previa ni un estado físico envidiable —como lo comprobé—, ni que invierta en la compra del dispendioso equipo de alpinismo. La operadora de turismo se encarga de brindar todo el equipo técnico y humano (guía profesional, cocinero y porteador), así como el entrenamiento previo para garantizar la conquista de la cima.

El Huayna Potosí alberga a una infinidad de hijos. Se trata de una serie de personajes que han decidido dedicar gran parte de su vida al nevado, impulsados por la experiencia del montañismo.

Allí está Patricia Altamirano (24), la primera mujer guía del país. Esta joven, que junto a su familia lleva seis años gerentando el refugio Casa Blanca —ubicado en el campamento base, a 4.800 msnm—, tiene una extraña conexión con el Huayna. Patricia comenzó a escalar la montaña a los cuatro años, junto a su padre. Para cuando cumplió los 15 ya había alcanzado la cima y cuatro años después comenzó a trabajar como guía. Un trabajo que pese a la experiencia que se tenga, no está exento de peligros. El año 2008, por ejemplo, una avalancha de rocas cayó desde la cumbre. Altamirano inmediatamente protegió con su cuerpo a su cliente. Terminó con la columna y la pierna derecha lastimadas. Después de 10 días de permanecer interna, ella dirigió sus primeros pasos fuera del hospital hacia su razón de ser: el Huayna Potosí. “No hay lugar donde sienta tanta paz como en este nevado ni experiencia que se compare a conquistar  su cumbre”, manifiesta.

Toda expedición se inicia en el refugio de Altamirano. Normalmente, las personas sin experiencia —o que llegan de altitudes bajas— permanecen un día en el lugar, entrenando con el equipo en el cercano glaciar ‘Viejo’ y aclimatando el cuerpo. Al día siguiente se asciende durante dos horas hasta el campamento alto, que se alza a 5.130 metros de altura. Allí está el refugio

Las Rockas. Eulalio Gonzales Mamani es el dueño del lugar. Montañista “desde el vientre”, Gonzales infla el pecho cada vez que rememora la aventura que significó construir durante más de tres años el refugio de piedra. Antes, los montañistas estaban obligados a dormir en carpas, expuestos al frío intenso del lugar. “Todo el material de construcción se subió sobre hombros: las bolsas de cemento, las vigas de madera; muchas veces, el viento se llevaba las venestas…”. El sacrificio fue alto, pero los frutos ya se ven. Siempre con clientela, el refugio genera ingresos para los comunarios del área, en total un 30 por ciento va a ellos. A pesar de esto, ahora están exigiendo a Gonzales que el porcentaje se incremente, lo que pone en riesgo la sostenibilidad del espacio.

Pero Gonzales no piensa salir de la montaña. Conoce sus recovecos como la palma de su mano. En octubre del 2010, el montañista rescató los restos del piloto Rafael Pabón Galindo, cuya nave se había estrellado, en los años 80, en la cara norte del nevado. Fue la madre del aviador quien, hace siete años, se acercó a Gonzales para asegurarle que en sus sueños lo había visto a él rescatando a su hijo. “Me impresionó. Me dijo que su hijo le ‘habló’ y que le reveló que estaba en la parte alta… Incluso me dio un dibujo”. Para sorpresa del experimentado hombre, el improvisado mapa coincidió con el lugar donde, al final, fue hallado Pabón.

EN LA CIMA

Son las 20.00 y en el refugio del campamento alto sólo reina el silencio. Hay al menos tres expediciones distintas que se refugian en el lugar, pero todos sus integrantes buscan descansar, debido a que la escalada a la cima siempre se debe iniciar en la madrugada, máximo a las 3.00. Pero para alguien sin experiencia en estas lides, ni entrenamiento previo, resulta difícil conciliar el sueño. La falta de oxígeno y la suculenta cena (en nuestro caso, dos pedazos de carne con puré) —que busca brindar energía extra al cuerpo— dificultan el encuentro con Morfeo.

El ascenso a la cima se realiza a oscuras. Sólo la tenue luz de las linternas ayuda a ver el sendero dejado por los que salieron primero. El silencio conmueve y la nieve hipnotiza, en especial esos diminutos resplandores que, cual estrellas, surgen de ella.

La penumbra muere de a poco y los paisajes comienzan a deslumbrar. A lo lejos, las luces de la ciudad de El Alto.

Imponentes, el Illimani y otros nevados de la Cordillera Real se dejan admirar. Se suman los parajes propios de la montaña: cuevas con estalactitas y pequeñas colinas. Pero el cansancio hace que el paso sea una odisea. Para disimular el agotamiento, cada montañista lleva en su mochila una importante ración de dulces. Pero no es suficiente. “Todo está en la mente… hay que dominar el cuerpo si se quiere conquistar la cima”, dice Marcelo Gómez Sainz, guía de Adventure Climbing. Con 26 años, este profesional subió por primera vez a los 19 años. Lo hizo como porteador (cargador), en busca de recursos extra para financiar sus estudios. “Esa vez hasta me enfermé. Me costó, pero nunca olvidaré la experiencia de tocar el cielo”. Desde aquella aventura, Gómez Sainz no ha dejado el montañismo. Está a punto de lograr su título y talento no le falta. Es necesario que el guía tenga algo de psicólogo para no dejar que el cansancio venza a su cliente.

Mientras avanzamos cansinamente (el cliente siempre marca el paso, pero es el guía quien va al frente), observamos a algunos aventureros quedarse en medio camino y retornar hasta el campamento alto con sus guías. Entre éstos va el montañista René Escóbar Aguilar, quien ha conquistado la cima del Huayna  en 30 ocasiones. Él mantiene viva la tradición familiar iniciada por su hermano, Carlos —tercer boliviano en llegar a la cima del Everest, el primero como guía, y fundador de Adventure Climbing—, quien falleció el 2008 por  cáncer: “Él me inició en este mundo hace 15 años. Escalábamos juntos. Ahora es común que se me aparezca en la montaña. Es mi guía”.

Una hora después de este encuentro, y tras siete de imparable ascenso, me hallo cruzando la cresta que me separa de la cumbre del Huayna Potosí. Trato de no observar el precipicio que se abre a mis pies, pero es imposible. Siento las piernas temblar, pero a la distancia es la voz de Marcelo la que me impulsa. ¡Ya casi! ¡Ya casi! Paso el sendero y se muestra la cumbre en todo su esplendor. Lloro mientras el guía me da un abrazo. Luego nos sentamos y, en silencio, contemplamos el paisaje que regala el Huayna Potosí. Ha llegado la hora del descenso.

Fotos: Javier Badani Ruiz

viernes, 6 de mayo de 2011

El Cristo que peregrinó al pie del Illimani

Caminos serpenteantes de tierra y rocas, más de cuatro horas de viaje y un ascenso de casi una hora al pie del Illimani, fueron parte de una aventura movida por la fe de un grupo de devotos del Señor de la Sentencia. El cuadro del siglo XIX con su imagen peregrinó alrededor de 90 kilómetros y ascendió en pocas horas más de 4.700 metros.

Un grupo de aventureros devotos del Señor de la Sentencia organizó la peregrinación al pie de uno de los nevados más emblemáticos de La Paz: el Illimani, en la que fue la primera y probablemente última experiencia en su tipo, ya que en los siguientes días el cuadro original será entronizado en el nuevo templo ubicado en la zona de Villa Armonía. De repetirse la peregrinación, se realizaría con una réplica.

Cada 17 de mayo se celebra el primer milagro atribuido a la imagen del Señor de la Sentencia. En el marco de su conmemoración, hoy, a las 14:30, se realizará una misa en la Catedral Metropolitana de La Paz y una posterior procesión al templo de Villa Armonía, lugar al que pertenece el cuadro y que lleva el mismo nombre de Cristo.

Fe y aventura

Entre los muchos devotos del Señor de la Sentencia está Juan Pablo Ando, un guía turístico de montaña desde hace 30 años y que tiene un albergue en construcción en Puente Roto, al pie del Illimani.

Fue él quien junto al párroco del templo del Señor de la Sentencia de Villa Armonía, Marcelino Chuquimia, organizaron la peregrinación con el objetivo de agradecer por el agua, fruto del deshielo del nevado que sirve para la actividad agrícola que alimenta a los paceños, también por el descanso de las almas que perdieron la vida en la montaña y para bendecir desde las alturas a la ciudad de La Paz.

Con esa fe, la peregrinación se realizó el 30 de abril. El cuadro, que muestra a un Cristo doliente con el torso desnudo, las manos amarradas sosteniendo una caña y un rostro coronado de espinas, viajó junto a una veintena de fieles desde La Paz, a los que se unieron otra decena de la población de Cohoni y sus alrededores.

El punto de salida fue la parroquia de Villa Armonía. Desde ahí dos camionetas y una vagoneta se dirigieron hasta el sur de la ciudad para llegar a Tahuapalca, un lugar que está a casi 2.400 metros de altura. Desde allí, el ascenso continuó por horas hasta llegar a Cohoni, a 3.800 metros de altura. En el camino se ven terrazas precolombinas utilizadas para la siembra, el cuartel del Mariscal Andrés de Santa Cruz y la silueta del Illimani, todo rodeado de un paisaje cálido, acompañado de los sonidos de decenas de pequeños loros que vuelan por los sembradíos.

Desde Cohoni se asciende alrededor de 15 kilómetros por un camino rocoso y difícil, hasta llegar a Puente Roto. No es raro encontrar enormes rocas que bloquean el camino. En ese lugar, la inmensidad del Illimani es imponente y mientras despejaba la niebla, el cuadro del Señor de la Sentencia fue fotografiado por primera vez cerca al nevado.

Misa a 4.700 metros

Al llegar a Puente Roto se observa la parte este del Illimani. Desde ahí el ascenso a la montaña se hizo a pie alrededor de 45 minutos, para llegar a un punto semiplano a los 4.700 metros de altura y celebrar la misa junto al Señor de la Sentencia.

El ascenso fue difícil, por lugares empinados y sendas con piedras menudas de la laja, pero al dirigir la vista hacia la punta del Illimani, la nieve se dejó contemplar en todo su esplendor, acompañado por un imponente cóndor que ese momento sobrevolaba el cielo.

El agua fruto del deshielo se abría paso entre las piedras algo rojizas y su sonido se hacía cada vez más fuerte, mientras que Ramiro Salas cargaba el cuadro cuesta arriba, bajo el sol de mediodía. Una vez en el lugar, la misa se realizó junto a los sacerdotes Chuquimia y Richard Lipacho.

Chuquimia -también párroco del templo de Cohoni- dijo que “Jesús obra a través de nosotros, creo que él está en todas partes y hace que surjan estas ideas para demostrarnos que quiere bendecir toda esta planicie y lo que va más allá, hasta llegar a la ciudad de La Paz, El Alto y el lago Titicaca. Con su mirada (desde aquí) el señor va bendiciendo todo”.

Junto a una mandolina, un bombo, una guitarra y cantos en aymara que intervenían en la celebración religiosa y un cielo completamente despejado, el cuadro fue elevado para bendecir el horizonte. “Tengan fe que todo es posible, así como fue posible que su imagen llegue hasta aquí”, concluyó Chuquimia.

Al finalizar la misa, los fieles compartieron un apthapi con autoridades originarias de Cohoni, para luego descender hasta Puente Roto, al finalizar la tarde.

El camino de retorno no sería fácil. Los vehículos sufrieron varios desperfectos y falta de gasolina, lo que retrasó por varias horas la llegada a La Paz. La recompensa fue un cielo completamente estrellado que iluminó la noche, mientras los ojos, algo cerrados del Señor de la Sentencia, parecían descansar después de un día ajetreado.

El Señor de la Sentencia y su primer milagro
El 17 de mayo de 1958, el cuadro del Señor de la Sentencia -entonces llamado Señor de la Caña- sería el medio para que se realice un milagro.

Una mujer que vivía en una hacienda, en lo que hoy es Villa Armonía, desahuciada por los médicos rezó ante la imagen del Cristo y se encomendó a él junto a su familia. Con el tiempo su salud empeoró y fue así que mientras tres pequeñas oraban, una de ellas dirigió su mirada a la imagen, viendo caer de la herida de su costado agua y luego sangre.

El hecho logró, según consta en archivos, que la señora Ada Saavedra se cure y viva hasta hace pocos años. “Así fue que la imagen ganó innumerables fieles que la buscaban porque la consideraban milagrosa, luego ésta fue trasladada al primer templo de Villa Armonía”, cuenta el padre Marcelino Chuquimia.

jueves, 21 de abril de 2011

Eliot Guarachi, el heredero de Bernardo Guarachi

Eliot Guarachi tuvo de todo en la vida, menos una niñez normal. Todos los recuerdos que atesora sobre sus días de infancia giran en torno a los nevados que engalanan la Cordillera Real. A los cuatro años, mientras sus amigos jugaban con sus papás en el parque, Eliot alcanzaba con el suyo la cima del nevado Charkini, a 5.500 metros sobre el nivel del mar. Esta experiencia marcó para siempre su existencia. Así lo asegura su padre, el destacado montañista paceño Bernardo Guarachi, el primer boliviano que alcanzó el pico del Everest (Himalaya).

"Fuimos al Charkini con unos turistas alemanes. Su mamá le había comprado unos zapatitos estilo montañista. Pensé que seguramente tendría que cargarlo, pero me sorprendió porque llegó con sus propios pasos hasta la cima. Lamentablemente, ahora él no es muy alto y es por esa vivencia. El médico me dijo que la altura a temprana edad afecta el crecimiento. Entonces, se puede decir que desde sus cuatro años mi hijo está marcado por las montañas", asegura.

Con 24 años, Eliot tiene un currículum envidiable. A los 15 conquistó los 6.300 metros del Parinacota. Tres años después, tocó el techo de América del Sur, el Aconcagua (Argentina). De allí en más, como guía de turistas extranjeros, alcanzó en varias oportunidades picos como el Sajama, el Illimani, el Guallatiri y el Huayna Potosí, entre otros. Se especializó en Alemania y en Austria como guía de montaña y en esquí profesional.

A pesar de la experiencia acumulada, Eliot Guarachi se ha impuesto una meta ambiciosa: cumplir el sueño de su padre de escalar las montañas más altas del mundo. Se trata de alcanzar la cima de las 14 montañas existentes en el mundo a más de 8.000 metros sobre el nivel del mar. El jueves 14 de abril, el joven montañista se trasladó hasta el Tibet —junto a su progenitor— para superar el primero de esos picos, el Cho Oyu, que se levanta sobre los 8.200 metros de altura.

"Será su primer ‘8.000’. Y después él deberá continuar con mi sueño, porque para mí es muy tarde ya para hacerlo; creo que éste será mi último viaje. Mi hijo es quien debe continuar con ese objetivo", exclamaba emocionado Bernardo Guarachi, un día antes del viaje que cuenta con el apoyo de la empresa Laboratorios Droguería Inti.

El legado Guarachi

Bernardo Guarachi nació hace 55 años en Patacamaya. Y hace más de 30 que optó por dedicar su vida al montañismo. Primero lo hizo como ayudante de emprendedores extranjeros que trabajan en el área del turismo y, posteriormente, como guía.

Su primer pico conquistado fue el Sajama. Entonces tenía 20 años. Dos años después encaminó sus pasos hasta Alemania, donde se formó profesionalmente en montañismo durante tres años. De retorno en Bolivia, el aventurero abrió la agencia de turismo receptivo Andes Expediciones, la cual desde los años 80 viene ofreciendo expediciones hacia las distintas montañas que forman parte de la Cordillera Real. Su fama como guía le sirvió para encabezar la misión que logró rescatar los restos del Boeing 727 de la empresa Eastern Airlines que había chocado con el Illimani en 1985.

"Fue la primera vez que sentí tanto miedo. Observaba los fierros retorcidos de la nave desparramados en la nieve y me daba cuenta de que tantos pasajeros habían muerto allí, donde yo estaba parado", rememora. Pero no sería la última vez que aquella sensación dominaría el cuerpo del alpinista. En 1994, el temor que genera la proximidad de la muerte lo alcanzó a 8.200 metros, en la montaña Everest. "Estaba solo en mi carpa una noche. Sin embargo, yo sentía que estaba rodeado de varias personas; incluso las llegaba a ver. A esa altura es casi imposible dormir, entonces sabía que no podía ser un sueño. Era mi mente que, debido a la falta de oxígeno, me estaba jugando una mala pasada. Me dio miedo, porque sentía que mi mente me anunciaba que estaba a punto de perder la vida. Me costó mucho el armarme de fuerza y poder lograr recuperar la cordura".

Al final, Guarachi lo logó, pero no alcanzó la cima del nevado —a 8.800 metros—, debido al mal clima. El montañista tuvo que esperar cuatro años para cumplir su objetivo. Con 45 años, Guarachi se convirtió en 1998 en el primer boliviano en realizar la hazaña de tocar el techo del mundo.

Eliot infla el pecho cada vez que su padre revive aquella experiencia, aunque recuerda que la carrera de su progenitor está llena de proezas. Guarachi ostenta el récord de mayor escaladas a la cima del Illimani, lo hizo 186 veces. Conquistó los cinco picos más altos del hemisferio sur: Aconcagua (Argentina), Ojos del Salado (Chile), Huascarán (Perú), Sajama (Bolivia) y Chimborazo (Ecuador). Además, de las 14 crestas existentes en el mundo sobre los 8.000 metros, alcanzó dos; también del Everest, el Makalu. Estos dos colosos asiáticos forman parte de la trilogía de montañas más altas que se alzan en la zona del Himalaya. Ahora, Guarachi quiere alcanzar la cima del último de los tres montes, el Cho Oyu.

La tarea es complicada. Han pasado 12 años desde que el montañista subió a una altura superior a los 8.000 metros. "Veré cómo soporta mi cuerpo", dice. Sin embargo, su hijo confía en que su padre llegará junto a él a plantar la bandera boliviana en la cúspide de la montaña. "Más que la fortaleza física, se requiere de fortaleza mental. Y mi padre la tiene", afirma convencido.
El arte del escalado

Erlan es el único de los tres hijos de Guarachi que ha seguido sus pasos. Andrés se dedica al baile flamenco, mientras que Jonatán se ha decantado por la música. "Tiene su grupo de guitarra donde toca música medio loca", dice Guarachi al referirse al rock and roll.

"Ser montañista fue una elección casi inevitable. Desde pequeño siempre acompañaba a mi papá en sus viajes. Pero como esto afectaba a mi crecimiento, dejé de ir hasta que tuve cierto desarrollo. Ahora no me imagino haciendo otra cosa", asegura Erlan.

Los deportes sobre la nieve son la pasión de este joven paceño, en especial los relacionados al esquí de montaña. "Ahora estamos trabajando con un grupo de compatriotas para relanzar el esquí boliviano. Estamos apuntando a poder representar al país en competencias internacionales en la región y, para el 2014, llegar hasta las olimpiadas. Es muy difícil el entrenamiento, ya que Bolivia no cuenta con una pista profesional. Sin embargo, queremos demostrar que hay buenos esquiadores bolivianos", manifiesta.

Los entrenamientos con los deslizadores tendrán que esperar hasta mediados de mayo, cuando se prevé el retorno de la expedición boliviana a Nepal. Erlan sabe que junto a su padre deberá enfrentar situaciones límite en esta expedición. Arriba de los 6.000 metros sobre el nivel del mar el organismo sufre diversos trastornos. Cefaleas, síntomas gastrointestinales, debilidad o fatiga, inestabilidad o vértigos, trastornos del sueño, entre otros, atacan a los montañistas en las alturas.

"La falta de oxígeno afecta. En la altura se puede comparar al montañista con un niño que está aprendiendo a caminar y a hablar. A pesar de ello, el paceño de 55 años asevera que recupera la salud en la altitud en varias ocasiones. "Arriba de los 4.000 metros, en los nevados, se halla la parte más sana de la Tierra. No hay contaminación, el aire es puro, no hay enfermedades y, debido al frío, las cosas nunca no se echan a perder. Es un pequeño planeta virgen donde yo podría vivir tranquilamente".

Guarachi se muestra agradecido por lo que le ha brindado el montañismo, pero es consciente que tuvo que realizar sacrificios.

"He llegado al continente asiático, al Polo Norte y a Europa, pero este oficio ha afectado la unión familiar. Por estar en las montañas me he perdido muchas cosas de mis hijos y ellos me lo han reclamado", reflexiona.

Con todo, Bernardo Guarachi ahora está decidido a hacer de su hijo, Erlan, el montañista más completo del país. "Tiene que seguir con esta pasión. Yo, si sigo a este ritmo, tengo unos 10 años más (de montañismo). Quisiera que mi último pico escalado sea el Sajama, donde todo comenzó para mí".

El coloso tibetano

Con 8.200 metros sobre el nivel del mar, el nevado Cho Oyu es la sexta montaña más alta del mundo. Forma parte de la cordillera del Himalaya y se encuentra en la meseta central de Asia. Fue escalada por primera vez el 19 de octubre de 1954.

Herbert Tichy, Joseph Joechler y el sherpa Pasang Dawa Lama formaron parte de la expedición austriaca que logró alcanzar la cima. El nevado se encuentra a 20 kilómetros al oeste del monte Everest. Cho Oyu significa ‘dios turquesa’, en tibetano.

Según la tradición oral de esta región, Cho Oyu se enamoró de la diosa Chomolungma (Everest), que más tarde se casó con su vecino más cercano, el Makalu. Este hecho provocó el eterno malestar de Cho Oyu, por lo que es necesario realizar rituales antes de iniciar cualquier tentativa para escalar el nevado. La expedición boliviana encarará la montaña por la cara oeste del coloso. El proceso de ascenso de Bernardo y Eliot Guarachi —que viajaron el jueves 14— se iniciará el viernes 22 de abril y concluirá el 15 de mayo.

El 20 de ese mes los escaladores bolivianos retornarán al país. Antes del ascenso, los montañistas paceños deberán pasar por un proceso de aclimatación que durará más de una semana. Previamente, los Guarachi visitarán el templo de Jokhang, la estructura más venerada por los habitantes del Tibet. Además, recorrerán las salas del palacio Norbulingka, que fue la residencia oficial del Dalai Lama, y el monasterio de Drepung, una de las más grandes del mundo.

jueves, 14 de abril de 2011

Guarachi va tras la conquista del Cho Oyu, su tercer pico más alto

A 12 años de haber llegado a la cima del Everest, seducido por los imponentes nevados, Bernardo Guarachi irá a la conquista de su tercer pico más alto: el Cho Oyu del Tibet, esta vez acompañado de su hijo Eliot.

Ambos están ya en el campamento base inferior, a 4.500 metros de altura, aclimatándose para iniciar mañana la escalada hacia la cima del sexto monte más alto del mundo, a la que tienen planeado llegar en mayo.

“Tuve que esperar más de diez años porque me rompí la espalda, que tardó seis años en sanar completamente”, explicó el experimentado andinista, que conversó con Página Siete hace algunos días, poco antes de emprender viaje.

Guarachi asegura que está en forma para realizar la escalada del monte tibetano Cho Oyu, al que subirán por la cara oeste. “Ya no pude hacer grandes expediciones, pero no dejé de escalar”, dice Guarachi, que hasta 2010 subió 186 veces al Illimani.

A sus 54 años, su meta es cerrar un triángulo de montañas “ochomiles” (de 8.000 metros sobre el nivel del mar). La primera fue el Makalu y luego el Everest.

Según Guarachi, el sueño de todo alpinista es escalar los 14 “ochomiles”: Everest, K-2, Kangchenjunga, Lhotse, Makalu, Cho Oyu, Dhaulagiri, Manaslu, Nanga Parbat, Annapurna I, Gasherbrum I, Broad Peak, Gasherbrum II y Shishapangma.

Ya lo hicieron 12 alpinistas. “A mí ya no me queda tiempo para lograrlo, por eso quiero cerrar el triángulo”, resaltó el alpinista que, sin embargo, considera que su hijo Eliot de 24 años, si podrá cumplir la proeza.

Aunque cree que advierte que el joven primero deberá alcanzar las “Siete cimas del mundo”, las más altas de cada continente: Kilimanjaro (África), Elbrús (Europa), Aconcagua (Sudamérica), Pirámide Cartenz (Oceanía), Mc Kinley (Norteamérica), Monte Visón (Antártida) y Everest (Asia).

El Sajama, el primero
“Parecía hablarme, sentía que me desafiaba a enfrentarla, luego entendí que me invitaba a conocerla”, comenta sobre la primera vez que vio el nevado Sajama, de 6.548 metros.

A los 21 años alcanzó por primera vez su cima, al igual que el Illimani y el Huayna Potosí. Durante tres años, hasta que tenía 25, se formó profesionalmente en los Alpes de Alemania.

A su retorno, escaló varias montañas de Bolivia, Perú y Chile. A los 32 conquistó el Aconcagua en Argentina, parte de las “Siete cimas del mundo”. Luego comenzó su sueño de llegar a los picos más altos del mundo.

En la cima del Makalu

Junto a la expedición de Estados Unidos “Condor Adventures” ascendió el Makalu, de 8.463 metros, con diez norteamericanos, un inglés y un ruso.

En Nepal le sorprendió el respeto que tiene la gente al lugar, pues partieron al primer campamento luego de que los sherpas (pobladores del Himalaya que transportan los alimentos y materiales de los alpinistas) hicieran una ceremonia.

Guarachi recuerda que llegaron agotados a la primera base, lo que no impidió que quedara prendado de la belleza que se ve desde esa altura. La rutina fue escalar poco a poco, descansar y comer para reponer las fuerzas, y seguir la dificultosa marcha.

Luego de 30 días de luchar contra el gélido clima (menos de 40 grados bajo cero), donde un error puede costar la vida, y de constante presión, “a las 14:05 del 29 abril de 1994 logré cumplir mi primer anhelo: escalar el increíble monte Makalu”, cuenta el alpinista, que fue el hombre número 94 en lograrlo. Allí le impactó ver dos cadáveres de alpinistas perdidos que murieron congelados.

Primer boliviano en el Everest

El gran sueño de todo alpinista es conquistar el Monte Everest. Y él lo logró con el apoyo económico del grupo “Amigos de Guarachi”. Con el financiamiento asegurado, se preparó para tener la resistencia física y confianza mental que le permitan alcanzar ese sueño que culminó luego de varios intentos.

Guarachi recuerda que en sus primeros ascensos no pudo pasar de los 8.200 metros debido a las condiciones climatológicas. Y en el penúltimo intento, se quedó a 100 metros del pico porque no tenía suficiente soga y una tormenta inesperada le devolvió al campamento base.

“Comencé otra vez mi preparación por un mes y medio. Y el 25 de mayo de 1998, finalmente mi ilusión se hizo realidad”, señala. Esa expedición duró 110 días.

Al llegar al campamento base, a 7.980 metros, le pareció ver una ciudad en la Luna por los cientos de carpas que albergaban a más 300 expedicionistas y 600 sherpas que estaban listos para subir a la cumbre.

Iniciaron el ascenso a las 22:00, él estaba con dos amigos y recuerda que poco a poco la gente claudicaba por el cansancio o el frío extremo. A las 4:00, se detuvo con sus dos compañeros porque la oscuridad no permitía ver nada y un paso en falso podía significar la muerte.

“La adrenalina me impulsó a seguir solo”, resalta Guarachi, hasta que a las 5:00 alcanzó el cielo. Llegó a la cima del mundo haciendo realidad su sueño.

Allí permaneció una hora, un récord, porque nadie antes duró tanto en el sitio ya que la falta de oxígeno y las condiciones extremas impiden que el cuerpo resista más. “Sentí una inmensa emoción al colocar la bandera boliviana en medio de tan soberbio paisaje”, recuerda.

“Las emociones más grandes que he sentido fueron posibles gracias a la naturaleza”, afirma. Para él, es “una verdadera tristeza, que desde hace 30 años el calor esté destruyendo los nevados”. Esta situación debe motivarnos a tomar conciencia de lo que está sucediendo, manifestó antes de partir a la conquista de la “diosa turquesa”.

Las hazañas

Experiencia Guarachi escala montañas desde 1976 y lo hace de manera profesional desde 1981.

Experto Conoce a la perfección la Cordillera Real, desde Chile hasta Argentina.

Récord Alcanzó la cima del Illimani 186 veces.

Rescate Encabezó varias misiones como la del avión de Eastern que se estrelló contra el Illimani.

Escalada Subió el nevado Sajama unas 40 veces.

América Escaló el Aconcagua más de tres veces.

Costo El alpinismo es un deporte muy costoso. Para la expedición en el Cho Oyu, Guarachi necesita $us 43.000.

martes, 12 de abril de 2011

La estructura del Cerro Rico es carcomida por 138 hundimientos

Así lo informó Héctor Córdova,  viceministro de Desarrollo Productivo Minero Metalúrgico. La autoridad de Gobierno precisó que los 138 sifonamientos fueron identificados en diferentes lugares de la montaña.

Explicó que los mismos pueden definirse como una especie de comunicación entre la parte interna del cerro, donde tiene lugar la explotación minera, y la superficie del mismo. Una delegación de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) arribará al país la próxima semana para intervenir en el tema, agregó.

La misión “trae técnicos que colaborarán con los análisis que estamos realizando. Esperamos que esta ayuda acelere el resultado de los trabajos para que podamos elaborar un plan de salvaguarda que no perjudique a las familias (cooperativistas) que viven de los minerales”, dijo.


Actualmente se efectúan en la cumbre tres estudios de evaluación técnica: geotécnicos, geológicos y geográficos.  Por su valor histórico y económico, el Cerro Rico ocupa un sitio en el escudo de armas de Bolivia y fue nombrado en 1986 por la Unesco: Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad.

Peligro. La precaria situación del cerro fue detectada el 2010, pero ésta alcanzó mayores proporciones cuando, a finales de enero de este año, uno de los sifonamientos más grandes, ubicado en la cima, se amplío en diámetro y profundidad a causa de las intensas lluvias.

El 25 de enero, se supo que el hundimiento tenía un diámetro de 17 metros y una profundidad de 22. El gobernador potosino,  Félix González, pidió entonces declarar al cerro en emergencia.

Córdova admitió que todavía no se han elaborado los planes de prevención y refacción en el lugar debido a que “requerimos los estudios completos”, que se prevé concluyan a mediados de año. “Debemos detener la causa del problema, no sólo los síntomas del mismo”, aseguró.

Asimismo, subrayó, se tiene que evaluar la problemática de los mineros que trabajan en la montaña. Según registros oficiales, son 15.000 personas que han construido cientos de socavones o galerías en su interior

Córdova advirtió que la cifra puede ser mucho mayor, ya que hay cooperativistas que no registraron a sus asalariados. “Hay que tomar en cuenta además que el incremento en los precios de los minerales tienta a muchas personas a explotar los yacimientos, no sólo en Potosí”, complementó el viceministro.

Minería baraja dos opciones, el traslado de los cooperativistas a las minas o limitar su labor a la base del cerro. La primera alternativa, detalló Córdova, costaría $us 3 millones.

domingo, 10 de abril de 2011

Piden ayuda para cuidar el Cerro Rico de Potosí

El gobernador de Potosí, Félix González, dijo que pedirán ayuda a España para que pueda coadyuvar en los estudios y trabajos de preservación del Cerro Rico de Potosí, dado que este yacimiento presenta daños en su estructura, sobre todo por encima de la cota 4.400.

“Nosotros estamos pidiendo incluso que el Gobierno español pueda también, porque ellos también son responsables de esta situación, puedan coadyuvar en este trabajo (de estudio y preservación)”, declaró a ANF.

Además, sostuvo que este Cerro ha dado al mundo entero su riqueza, por ello la importancia de que “todos” brinden su apoyo y respaldo para preservarlo.

González anticipó que para el 16 y 17 de mayo personeros de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) visitarán el Cerro Rico para evaluar y hacer un estudio de la estructura del yacimiento, con el fin de establecer medidas precautorias y también para aportar económicamente a la preservación y cuidado del Cerro.

En ese sentido, dijo que una vez terminados los estudios geofísicos que realiza la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) en el Cerro Rico, se procederá a cuantificar qué cantidad de recursos económicos se requieren para preservar el Cerro; además se planificará la realización de una campaña a nivel nacional para recaudar los fondos.

También aseguró que se continuará trabajando al interior de esta mina, pero de una manera más responsable y recalcó que se tiene 200 años de explotación. 

sábado, 2 de abril de 2011

Se acaba la nieve en Chacaltaya y el esquí se traslada

    Después de casi cinco semanas, Chacaltaya dejó de tener nieve y el Club Andino Boliviano planea trasladar sus competencias al nevado Charquini, que está ubicado cerca del Huayna Potosí. “La nueva pista tiene mayor longitud y extensión, pero no tiene infraestructura, hay que caminar cerca de dos horas”, aseguró Juan Pablo Ando, directivo de la Federación Boliviana de Esquí.  El domingo se produjo la última prueba en Chacaltaya. Después de cuatro competencias, los más destacados son José Manuel Bejarano, Franklin Mendoza, Gustavo Mendoza y Elio Guarachi, entre otros. “Queremos que nuestros chicos se preparen para el próximo torneo internacional”, contó Ando.  Los esquiadores bolivianos tienen a la vista una competencia que se realizará en Chile, en septiembre de este año.  “Se elegirá a los mejores deportistas que estén ubicados en los primeros lugares del ranking nacional”, explicó el deportista Franklin Mendoza, actual campeón de esquí.